lunes, 11 de octubre de 2010

FORMULAS SAGRADAS Cap.-5





-¿Porqué nos espiabas? ¿Que hacías frente a la biblioteca?
La presión sobre su tobillo se fue atenuando, aunque la mirada fija e intensa del hombre la mantenía asustada.
-Solo pasaba por allí, fue casualidad.
-Es mucha casualidad estar allí a esas horas de la madrugada, una fría noche de invierno.
-Te juro que no te seguía. No sé ni quien eres. Pensaba que te hacía un favor ayudándote...
El hombre la suelta poco a poco y de pronto rompe a toser. Tiene la frente perlada de sudor. La fiebre y puede que la infección por la fea herida de la mordedura deben estar haciéndole efecto.
-Está bien- añade cuando recupera el aliento- de momento te creeré.


Entonces Katia se da cuenta de que además de asustada, que lo está y mucho, empieza a estar un poquito furiosa. Le ha salvado la vida y el tipo en lugar de darle las gracias, casi le destroza el tobillo, la interroga y pone en duda todo lo que le dice. Pues vaya un imbécil se dice para si, aunque también reconoce que ella no le ha dicho toda la verdad. Pero, ¡carajo! no le puede decir todo a un desconocido. 


El rostro del individuo se crispa como si de repente sintiera una terrible punzada en la herida del costado, y Katia, un poco alarmada, le dice que que debería llevarlo a un hospital (no vaya a ser que se le muera allí mismo y se meta en un lio aun mayor).
-Nooo, estoy bien... esto ya se está curando...
Los duros rasgos del desconocido se aflojan, suavizando su expresión, y vuelve a caer desvanecido por el dolor de la herida y el esfuerzo de la noche anterior.
 Ya no parece en absoluto hostil. Katia, con un poco de aprensión echa un vistazo a la herida que parece que ha dejado de sangrar. realmente tiene mucho mejor aspecto de lo que suponía, aunque teme que por dentro la infección se esté extendiendo. Además, incluso podría ser un perro con rabia, y por el aspecto de todos ellos y su "mala baba" no sería muy descabellado pensarlo. 
Entonces se fija en el raro dibujo que hacen las cicatrices. Le recuerdan a algo pero no consigue adivinar qué. Con cuidado pasa dos dedos por el relieve que forman y las recorre de una parte a otra, un par de veces. Permanece asi, absorta durante unos minutos, hasta que parece caer en la cuenta de lo que está haciendo y repentinamente aparta la mano. 
Sale de la habitación mientras piensa ¿qué tendrá ese libro para que alguien este dispuesto a morir por él? y a pesar de que siente mucha curiosidad, esta vez, lo deja pasar sin ni siquiera mirarlo.
 
Tal vez lo mas sensato sin duda sería sacarlo de allí antes de que recuperase el conocimiento, y dejarlo a las puertas de un hospital y que no volviera a saber nada de ella. 

Pero a pesar de todo no hace nada de eso, y mientras el tipo sigue con su intranquila inconsciencia, ella se recuesta en la cama para descansar, aunque sabe que no será capaz de dormirse.

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